La organización nos había citado a las 9:30 en la esquina de Highland Avenue con Yucca, frente al Lowels Hotel.
Por cierto, se me había olvidado decir que estaba coja. Ya salí de España con una rodilla mal y, a duras penas, conseguía avanzar a una velocidad lenta, lo que en música es un tempo "largo" con la negra a 20. Para ahorrar tiempo y sufrimientos rodilliles, decidimos coger el autobús (de nuevo la línea 2, a la puerta del hotel) pero lo perdimos y eso nos retrasó bastante.
Cuando llegamos hubo algún lío con nuestros nombre porque, como ocurre a veces en el extranjero, les cuesta entender que tenemos dos apellidos y nos ponen como segundo nombre el primer apellido, pero se solucionó enseguida. Como pudimos ver a lo largo del día, la organización es sumamente eficiente.
Como seguía bastante coja, nos fuimos quedando rezagados y el personal de la organización se compadeció de mí y, no sólo nos esperaron, sino que nos colocaron los primeros de la fila, eso sí, tras proclamar a los cuatro vientos que yo era la primera ganadora de los Oscars del día, premio a la mejor "lisiada".
Tras recoger la acreditación (que estaba prohibido
fotografiar, por eso siempre aparece del revés en las fotos) nos
obsequiaron con una bolsa roja LLENA de chucherías para entretenerse,
merchandising de las marcas patrocinadoras, una camiseta conmemorativa y una
revista de People.
Para agasajar a los invitados a las gradas de la Alfombra
Roja, tenían preparados un montón de stands: uno a modo de cafetería, en el que
podías tomar café y bollos sin límite; otro era un set de maquillaje (eso sí,
había mucha cola); otro era un photocall; otro era un centro para cargar
móviles, cámaras, etc.; otro, fotografía en movimiento, en fin, diversión para
los invitados.
Desde el primer momento, podías acceder a las gradas y observar los preparativos. De hecho, nosotros, tras tomar un café y unos dulces, estuvimos un rato sentados y de pronto, oímos que nos llamaban desde la alfombra roja. Nos acercamos y se trataba de un periodista que, micrófono en mano y acompañado de un cámara, nos preguntó si nos podía entrevistar. Por supuesto, dijimos que sí y contestamos a sus preguntas sobre nuestra procedencia, lo que nos parecía la alfombra roja, nuestras predicciones para los premios. Fue muy divertido pero… ¡SE NOS OLVIDÓ PREGUNTAR DE QUÉ CADENA ERAN! Ja,ja,ja, hemos salido en alguna televisión norteamericana sin saberlo. ¡Y además acertamos los ganadores!
Para entretener a los invitados, había un presentador (Michael Kennedy, que debía ser muy conocido por los americanos) que amenizaba, entrevistaba, hacía mini-concursos de cine, nos pedía que posáramos para fotografías o tomas de vídeo.
Sin embargo, allí en la Alfombra Roja,
era todo brillante y luminoso. Los medios acreditados llevaban ya un rato
instalándose y haciendo pruebas. Tuvimos la suerte de que nuestros asientos
estaban casi enfrente del set de Canal + y pudimos saludar a Cristina Teba y a
Guillermo de Mulder, que son muy simpáticos.
Hacia las 2 y media de la tarde, la alfombra se empezó a
despejar, aparecieron unas cuantas personas sacando brillo a los pivotes que
sujetaban los cordones centrales, se situaron en el centro los de seguridad
(con esmoquin y pinganillo, vamos, como decía Martirio “arreglaos pero informales”)
y comenzaron a llegar los famosos. Nos llamó la atención el primero que paseó
por la alfombra, al lado de los periodistas, despacito, luciéndose para que le
entrevistaran, pero NADIE lo hizo. En el fondo, nos dio un poco de pena. ¡Qué
se le va a hacer, la fama es efímera!
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